Digimon Fanon Wiki
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Erase una cálida mañana en la ciudad de Minato, eran las 7:20 a.m, la típica hora en el que todas las escuelas avisaban la hora de ingreso de los estudiantes. Ya eran las 7:58 a.m y se podía notar la persecución de los estudiantes por las calles, ya es de esperarse a que llegarán tarde. Incluyéndose en este grupo se hallaba nuestro personaje, retrasado y con doce cuadras de distancia hacia su escuela, Hiroto, un estudiante de 4to año de educación secundaria, su cabello era rizado de color negro, vestía una camisa blanca, pantalones verdes, zapatillas blancas con marcas negras y verdes, y llevaba consigo una mochila negra con una franja azul en medio. Hiroto corría con todas sus fuerzas, pues el autobús en el que se encontraba se había quedado atascado en medio de un tráfico inesperado, al menos no era el único que corría por la vida del sello azul de la “Asistencia puntual”.
'''Serie editándose'''
 
   
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—¡¡PERMISO...!! — A su costado pasó una chica de cabello anaranjado, cargando con ella un morral a colores y una billetera vacía en la mano, corría como si fuera el apocalipsis —¡¡...VOY A LLEGAR TARDE...!!! ¡¡¡...DE NUEVO!!!!
todo empieza con Hiroto, un niño huerfano de 11 años, jugando con sus amigos hasta que se le hace tarde para ir a la escuela, pero, mientras corria para ir a la escuela aparecen portales por todos lados (el cual uno de ellos se llevó a Haruko en ese momento) y en ese momento encuentra un huevo y se lo lleva al horfanato. Mientras Hiroto pensaba que podría estar dentro del huevo, este se rompe y nace Babycismon, la cual empieza a llorar, Hiroto queda asombrado por Babycismon y corriendo, trae un biberón y lo pone en la boca de Babycismon para que dejara de llorar. Hiroto piensa donde podría esconder a Babycismon hasta que Babycismon digievoluciona a Bluerumon y le sugiere esconderse debajo de su cama, Hiroto empieza a gritar y Bluerumon le sigue la corriente y empieza a gritar tambien, hasta que derrepente una de las trabajadoras del horfanato los escucha y va donde Hiroto. Por suerte, Hiroto logra converserla de que no hay nadie con el, pero tendrá que ir a la escuela no importa que sea tarde.
 
   
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Al parecer iba a llegar mucho más tarde que él, a Hiroto le dio igual, decidió continuar su camino. Ya le faltaban seis cuadras, la mitad del camino, Hiroto no estaba percatado de la hora, no tenía ni idea de que ya habían cerrado la puerta de la escuela, la esperanza de no llegar demasiado tarde lo incitaban a continuar, esperanza que se esfumó cuando de pronto inició un temblor que logró desequilibrarlo en su carrera, los temblores son comunes en Japón, lo que no era común es que éste provocara varios portales extraños por todas partes. Hiroto se percató que en uno de ellos, en un callejón cerca al lugar en donde se encontraba, había caído un pequeño objeto. La esperanza que lo incitaba a ir a la escuela fue cambiada por la curiosidad que lo incitó a averiguar qué era ese objeto; entró al callejón, era oscuro, por lo que estaba alerta ante cualquier peligro pero no lograba encontrar nada, cuando de pronto tropezó con algo. Hiroto miró hacia abajo y notó algo que le dio curiosidad: Era un huevo, y no era un huevo cualquiera, era grande como un balón de baloncesto, era de color azul con rayas negras, parecía un huevo de pascua. Hiroto se olvidó completamente de la escuela, tomó el huevo, lo puso en su mochila y se dirigió apresurado hacia donde vivía, un orfanato.
En la escuela, Hiroto esconde a Bluerumon en su casillero, pero sin darse cuenta, dejó el casillero abierto y Bluerumon se escapa y va donde Hiroto, pero cuando lo encuentra, Hiroto estaba en gimnasia jugando quemados, cuando derrepente, ve a otro niño a punto de lanzarle un balón a Hiroto y bluerumon corre para atrapar el balón, digievolucionando a Cismimon. Todos los niños se asustan y enpiezan a correr excepto Hiroto, que se queda mirandola hasta que cismimon le dice que lo espera en el parque y se va.
 
   
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Hiroto no era como los demás chicos, no tenía padres, ellos lo abandonaron en el orfanato cuando aún era un bebé y creció junto a los demás niños del orfanato, siempre con la moral en alto. Entró a escabullidas, dirigiéndose rápidamente a su habitación, ubicado en el segundo piso, cerrando la puerta con el pestillo. Realmente tenía suerte al no tener compañero de habitación, de lo contrario, esconder aquel huevo hubiera sido un trabajo verdaderamente difícil. Puso el huevo sobre la cama y empezó a contemplarlo con el rostro casi apegado.
En el parque, Hiroto busca a Cismimon y Cismimon (que está escondida en un árbol) agarra a Hiroto y lo sube al árbol. ahí le explica todo y le dice que ahora se llama Cismimon. Despues de toda la charla, Hiroto se queda pensando y le dice que después de todo, siempre serán los mejores amigos, en ese momento aparece una luz muy brillante en frente de ellos y cuando la luz desaparece, aparece un digivice que cae en las manos de Hiroto. Hiroto trata de ver que es eso y, accidentalmente hace que Cismimon entre al digivice. Hiroto hace de todo para que Cismimon salga y cuando lo hace, Cismimon cae encima de el y luego a Hiroto (claro, después de que Cismimon haya dejado de aplastarlo) se le ocurriò la idea de como hacer que Cismimon entre a su habitación.
 
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—“Puede ser el huevo de un avestruz o el de un kiwi gigante, realmente siento lástima por quien haya puesto este huevo tan grande… ¿pero quién pintaría un huevo de azul?”— pensaba, cuando de pronto el huevo dio una inesperada sacudida que hizo que Hiroto brincara del susto.
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El huevo empezó a quebrarse poco a poco hasta que al fin se pudo contemplar a la extraña criatura que se encontraba dentro. No era un avestruz, ni un kiwi, no era un ave, ni un reptil, ¡ni siquiera era un animal! Tenía la forma de una pelota azulada, del tamaño de un melón, con una gran pluma azul con rayas negras… Babycismon. Esta criatura miraba al chico con sus ojos rasgados y, con curiosidad, se le fue acercando poco a poco; Hiroto hacía lo mismo, levantándose de la caída y mirándola fijamente a los ojos. Ambos se encontraban en un trance, un trance que se rompió cuando Babycismon empezó a lloriquear. Hiroto trató de calmarla, buscó la manera de callarla, usando su mano por unos minutos; No sabía nada de bebés, nunca le dio importancia aprender sobre aquello, a pesar de que habían varios bebés en el orfanato, hasta que se le vino a la mente, la única miserable cosa que le inquieta a cualquier ser en este planeta: El hambre. Rápidamente, fue escaleras abajo hacia la cocina a buscar algo con el que pudiera darle de comer y ¡Bingo! Encontró un biberón con leche a medio terminar. Corrió escaleras arriba, cuando una de las criadas notó su presencia.
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— ¿Hiroto, eres tú?
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— Ahora no señora Fujikawa— Respondió rápidamente, olvidándose del pequeño asunto de que en esos momentos debería estar en la escuela y no corriendo en el orfanato con un biberón en manos.
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El joven volvió a cerrar la puerta con el pestillo y colocó el biberón en la boca de Babycismon. Ésta dejó de llorar y empezó a disfrutar de la dulzura de la leche, haciendo un gesto de satisfacción. Al terminar de beber se dirigió hacia Hiroto, acariciándole con suaves ronroneos; éste hizo lo mismo, puso su mano en la cabeza de Babycismon y empezó a acicalarla.
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— “Eres muy tierna, pero… ¿Cómo hago para esconderte?” — Pensaba sonriente.
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Babycismon disfrutaba el afecto que recibía de Hiroto, el afecto de cariño que provocó que sea cubierta de un manto de luz, hecho que asustó al huérfano. Babycismon estaba Digievolucionado, su cuerpo creció al tamaño de un balón de fútbol, su gran pluma fue cambiada por una cresta azul con rayas negras, y en sus costados aparecieron cuatro pequeñas plumas.
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— ¡Bluerumon! Puedo esconderme debajo de esto, sería divertido — Mencionó con una gran sonrisa en su rostro
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— ¡Ha…hablaste!— Exclamó Hiroto boquiabierto.
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— ¡Sí hablé!— Respondió exclamativamente para seguirle la corriente.
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— Hiroto, ¿Pasa algo? ¿Qué son esas voces que escucho ahí dentro?— Intervino la señora Fujikawa, quien estaba en la puerta tratando de entrar.
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Al oír la voz de la criada, Hiroto tomó a Bluerumon y la colocó debajo de la cama haciéndole una seña de silencio. Rápidamente abrió una pequeña parte de la puerta, de tal manera de que la señora Fujikawa solo pudiera ver la cabeza del joven nervioso.
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— Holaaaa señora Fujikawa… ¿hay algún problema?— Saludó Hiroto de una manera inocente.
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— No, no hay ningún problema, solo el asuntito de que todos los niños de este edificio están en la escuela menos tú, que te llevaste un biberón a tu habitación, y que pareciera que estabas gritando junto a otra persona— Respondió sarcásticamente con sus ojos entrecerrados.
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— Relájese señora Fujikawa, si desea se lo explico todo— Acotó Hiroto con serenidad y paciencia — En primer lugar, Había un inmenso tráfico en toda la avenida, no tuve más remedio que correr, sin embargo, era demasiado tarde y tuve que regresar. En segundo lugar, estaba ensayando la escena de una película que me toca interpretar en el taller de teatro, para ser precavido, debía aprenderme los diálogos de los dos personajes “¡Hablaste Polly!” “¡Sí hable, soy un loro después de todo!”…
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—… ¿Y el biberón?
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— ¿Acaso uno no puede recordar su infancia?— Respondió Hiroto con sus brazos cruzados.
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La señora Fujikawa lo miró como si estuviera mal de la cabeza, luego volvió a ponerse firme, volviendo al tema — ¿Aún hay tráfico?
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Hiroto cerró la puerta, miró por la ventana de su habitación y vio que la carretera ya estaba vacía, al parecer se había vaciado debido al temblor y no se había percatado, así que volvió a abrir la puerta, y movió la cabeza, señalando que no había tráfico. La señora Fujikawa le dijo que vuelva a alistar sus cosas y vaya a estudiar, ella iba a llamar a la escuela para resolver ese asunto. Hiroto cerró la puerta e hizo lo que la criada le había indicado.
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—Bluerumon, ya puedes salir— Indicó Hiroto lanzando un suspiro.
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— ¡Me quito el sombrero ante tu gran actuación! Claro, si tuviera sombrero, y manos… Hiroto ¿qué es “La escuela”?— Preguntó Bluerumon, saliendo de su escondite.
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Hiroto la miró confundido, ni bien cambió de forma, hablaba perfectamente, se sabía qué era un sombrero y qué eran las manos, a pesar de que no tuviera, sin embargo no sabía qué era una escuela, bueno, deben haber cosas que los de su especie conocen por instinto y otras que no.
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— Es un sitio en donde te enseñan cosas— Le respondió Hiroto colocándose la mochila en su espalda.
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— ¿Puedo ir? — Preguntó entusiasmada, esa pregunta hizo que Hiroto dejara de inmediato lo que estaba haciendo.
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— N...No creo que puedas ir — Dijo Hiroto nervioso.
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— ¿Por qué no? — Preguntó Bluerumon sin quitar su sonrisa del rostro.
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— No creo que los demás estén acostumbrados a ver a los de tu especie, además... — Hiroto se imaginó a Bluerumon, sentada en un pupitre, en el aula, a su costado, sin parar de hablar con una gran sonrisa, con todos sus compañeros arrinconados en las esquinas del salón.
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—...No creo que te guste... jejeje... — Respondió Hiroto con una gota de sudor en la frente — Sería mejor que te quedes aquí debajo de la cama sin que ningún humano te vea, nos meteríamos en grandes problemas si alguien se da cuenta de tu existencia.
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Bluerumon lo vio disgustada, la escuela le daba una avalancha de curiosidad y no iba a darse por vencido tan fácil. Hiroto salió de la habitación, cerrando la puerta de su habitación para que Bluerumon no pudiera salir, sin embargo, no se percató de la ventana abierta, la cual, Bluerumon ya le había echado el ojo.
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La traviesa digimon salió por la ventana, caminando equilibradamente por una columna decorativa de aquel edificio, dio un gran salto hacia un roble cercano y siguió a Hiroto hacia la escuela. Hiroto se encontraba en el paradero esperando el bus, sin darse cuenta de que Bluerumon lo había estado siguiendo. Llegó el bus y Hiroto lo abordó, cuando de repente escucha una voz femenina— Hey niño, te olvidas de tu peluche.
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Hiroto volteó y vio una señora mirándolo amablemente señalando a tal insignificante peluche quien no era nada más y nada menos que Bluerumon, mirándolo con una sonrisa de satisfacción. El pobre de Hiroto no tuvo más remedio que recogerla y fingir que era su peluche, sonrojado de vergüenza al ver que todos los pasajeros lo veían, murmurando sobre un chico de mediana edad cargando un peluche para niñas.
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— Hiroto, ¿Qué tan lejos queja la escuela?...
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—...Silencio... no hables tan fuerte, todos piensan que eres un peluche, tampoco te muevas — Susurró Hiroto.
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— Solo espero que el trabajo que me costó para seguirte hasta aquí haya valido la pena — Susurró Bluerumon.
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— ¿Valer la pena? no era tu obligación seguirme hasta acá, ¿sabes que era mejor quedarte en mi habitación jugando con los juguetes que los otros chicos dejaron allí? — Exclamó Hiroto en voz baja.
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— ¿¡¡QUÉ!!?...
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—…¡¡QUÉ NO PUEDO CREERLO!! ¡¡YA ES DEMASIADO TARDE!!— Gritó Hiroto tapando la boca de Bluerumon. Este grito llamó la atención de todos, incluyendo al chofer. Hiroto se disculpó con el rostro rojo como tomate por la vergüenza que Bluerumon le hizo pasar.
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— No mencionaste eso, me hubiera quedado ahí si lo hubieras mencionado— Susurró Bluerumon cerrando los ojos para tomar una pequeña siesta, Hiroto prefirió no seguir con la charla, no quería pasar por más líos, así que lanzó un suspiró y miró por la ventana de bus, esperando que no sucediera nada malo en la escuela con Bluerumon cerca.
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En el mismo lugar en donde había aparecido el huevo de Bluerumon volvió a aparecer un portal, este más grande que los demás, en donde salió un gran monstruo, la oscuridad de aquel callejón no permitía ver su cuerpo con claridad, sin embargo, tenía unos grandes ojos azulados de reptil que resplandecían en medio de esa oscuridad. Aquella bestia saltó del callejón y aterrizó en la avenida, empezando a correr, causando el pánico a los ciudadanos que rondaban cerca de él, tanto peatones como choferes. La intención del monstruo se notaba en la mirada: buscaba algo… o a alguien.
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Hiroto llegó a la escuela, afortunadamente, la señora Fujikawa los había convencido a que le dejaran entrar a tal hora. Se dirigió a su casillero, lo abrió, puso unos cuantos cuadernos y a Bluerumon aún dormida y le escribió una nota esperando a que Bluerumon sepa leer:”Bluerumon, no te preocupes, estás dentro de mi casillero, por favor no hagas ruido, vendré más tarde. Hiroto”.
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Hiroto ingresó al salón de clases, en ese momento daban la clase de Geografía, sus compañeros lo miraron atentamente, algunos lo veían como un héroe, no todos tienen el valor de entrar al aula a la hora que se le da la gana, otros lo veían como un tonto que no había aprovechado la gran oportunidad de faltar a las aburridas clases, y otros que estaban tan concentrados en sus asuntos – hablando estupideces sin sentido– que no se habían percatado de su presencia. Hiroto se sentó al fondo de la clase, al lado de la ventana con vista al jardín del área de receso, cuando empezó a sentir que alguien le estaba sacudiendo el brazo derecho.
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— Hiroto… Oeh… ¡Hiroto! ¿Por qué llegaste a esta hora? me recuerdas a mi hermana ¿Estás bien? ¡Oeh!— Le preguntó el chico a su costado quien le estaba sacudiendo el brazo: Jiro Oshima, uno de los payaso de la clase, capaz de hacer botar leche por la nariz con una sola palabra, un chico de cabello liso color café, ojos grises y de piel pálida. Vestía de una camisa negra y pantalones jeans.
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— No pasa nada, regresé a casa porque ya era tarde, tráfico, y me regresaron aquí jejeje…— Le explicó Hiroto, viendo a Jiro haciéndole una mueca sin sentido.
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— Si yo fuera tú, no hubiera venido— Suspiró Jiro.
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— ¿Por qué?— Le preguntó Hiroto dudoso.
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Jiro se abalanzó rápidamente hacia el asiento de Hiroto, miró a su alrededor con sus ojos entrecerrados y le susurró al oído: “Quemados...”
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Hiroto abrió sus ojos como platos cuando escuchó esa simple palabra, el ambiente se volvió fúnebre con una música de fondo de Mozart y el eco de aquella palabra. Miró lentamente hacia aquél pupitre cercano a la salida, ocupada por un chico que tenía un gesto malévolo y oscuro.
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—“Y… Ya…Yamato Shimanouchi…” —añadió Hiroto con escalofríos — “Bravucón de edad desconocida pero sin duda repitió más de dos años, practicante de deporte, agrediendo a todos sobre todo a Tomoya el otaku de las matemáticas…”
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Hiroto seguía susurrando hasta que la profesora tomó su teléfono, pulsando un botón que le dio fin a la música de Mozart y el escenario fúnebre, quedaba solamente el eco de “Quemados” el cual no era un eco, era Jiro susurrando la misma palabra en el oído de Hiroto una y otra vez.
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— Quemados…, quema… se acabó el suspenso— Concluyó Jiro, regresando a su sitio a jugar tres en raya con otro chico que se sentaba a su lado.
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Mientras Hiroto buscaba la manera de sobrevivir en los Quemados y Jiro buscaba la manera de mandar una denuncia al estado en contra del profesor de Ed. Física, había un problema dentro del casillero de Hiroto. Había olvidado que, al estar cerrado el casillero, no se podía ver nada, ni la nota que le dejó a Bluerumon, por tanto, Bluerumon estaba causando un escándalo para poder salir.
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— ¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir!... —Gritaba Bluerumon hasta que un conserje que limpiaba cerca de ahí la escuchó.
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— ¿Eres tú de nuevo Tomoya? — Suspiró el conserje sacando una palanca tratando de abrir el casillero — Ya te lo dije, para que Yamato ya no te siga metiendo en los casilleros tienes que crecer más… — Abrió el casillero y a quien encontró no era Tomoya, era una cosa azul con morro de gato, ambos se quedaron mirando por un rato hasta que el conserje entró en pánico y se fue corriendo, dejando abierta la puerta del casillero. Bluerumon supuso que estaba dentro de la “Escuela” que decía Hiroto, por tanto, decidió turistear mientras buscaba a Hiroto, saltando despreocupante y alegre; al menos era un buen momento, como era horario de estudio no había mucha gente rondando por los pasillos.
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La bestia corría por las autopistas, calle por calle, avenida por avenida, causaba el tráfico repleto de choferes boquiabiertos y aterrados, todos se alejaban ante aquel monstruo, pues su apariencia indicaba que era una gran amenaza. En un momento dado, el monstruo se detuvo y empezó a olfatear algo familiar en un paradero de autobús.
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— La encontré— Mencionó con una voz grave y seria, acto seguido, echó a correr rumbo a la escuela en donde se encontraban Hiroto y Bluerumon. Justo en el momento en que llegó la hora de Educación Física, o “La hora de romperle la cara a todo el mundo” para Yamato.
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Todos se vistieron con la ropa deportiva de la escuela y dividieron en dos grupos: Yamato con los más rudos del salón, y Hiroto con Jiro y, las sobras (Tomoya decidió quedarse en la banca a leer sobre el origen de PI). Era una guerra a muerte al estilo espartano, la diferencia era que el ejército de 300 era destrozado por el ejército de 3000, varios caían debido a los pelotazos de Yamato y a la sorprendente y rara destreza de Jiro, el cual tenía la ley de “usa a los demás como escudos para sobrevivir”, hasta que solamente quedaron cinco en la cancha, Hiroto y Jiro contra Yamato y otros dos chicos.
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—Vas a caer huerfanito, tu también payaso sin maquillaje — Alardeó Yamato, señalándolos a ellos y a las bancas — ¡Tu también Tomoya! ¡Recuerda que tenemos una cita con tu casillero!
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— Ustedes solo tienen ventaja porque tu mamá no te quiere poner en una escuela no escolarizada— Vociferó Hiroto en tono de broma.
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— Exacto ¡¡YA-MA-TO-SAN!! — Gritó Jiro burlándose junto con Hiroto hasta que un balón retumbó cerca de ellos, ambos miraron a Yamato, con una cara aterradora y un fondo de inframundo detrás de él.
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—¡¡¡NADIE SE BURLA DE MI MAMI!!!— Gritó Yamato lanzando varios balones como un tornado hacia el lugar en donde se hallaban Hiroto y Jiro.
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Bluerumon seguía en su búsqueda por toda la escuela, esta vez, sabiendo cómo se sentía un famoso caminando en la alfombra roja, pues caminaba naturalmente por los pasillos, alrededor de todos los estudiantes que inevitablemente notaron su presencia y se apartaron de ella, tanto asustados como curiosos, tomando fotos y grabando a aquella cosa azul que daba brincos alegres sin cesar. Bluerumon buscó por todos los salones, el de arte, el de química, el de tecnología, el comedor y por la entrada de la escuela en donde se encontraba el conserje, sentado en un escalón, meditando y tratando de convencerse a si mismo sobre lo que había sucedido hace unos momentos.
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— Sí, estoy seguro que lo saqué de la mente, he sacado a Tomoya tantas veces que ya estoy pensando sacar otras cosas, los monstruos no existen— Aclaró el conserje poniéndose de pie, sin percatarse que el suelo estaba temblando— Lo que vi solo era una absurda demostración que me quedé hasta tarde ayer y mi cerebro necesita descansar, solo necesito… descansar… ¿Eh? — El conserje se quedó perplejo al ver a una gran bestia corriendo por la calle, girando bruscamente hacia la escuela, dirigiéndose directamente hacia él, el conserje dio media vuelta y empezó a correr como lo haría Steve ante una jauría de lobos, seguido por el monstruo, en realidad la bestia solo seguía a su olfato y lo único que hacía el humano era estorbarle el paso. Bluerumon escuchó el estruendo y por primera vez en su corta vida sintió el miedo. Se dirigió rápidamente al último lugar al que le faltaba buscar, el gimnasio.
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Jiro intentó usar a Hiroto como escudo – en la guerra no hay alianza – al igual que como lo hizo con los demás, un intento fallido, Yamato lo tenía en la mira y Jiro se movía rápidamente por toda el área cuando finalmente dio un gran y épico salto detrás de Hiroto. Yamato lanzó el balón con mucha fuerza, cayendo exactamente en el rostro de Jiro, lanzándolo bruscamente contra el suelo.
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— Si… sigue sin mí, compañero…
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—… ¿Compañero? ¡Estabas tratando de usarme de escudo!
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— ¡Cof! ¡Cof! No sigas atascado en el pasado y sigue hacia adelante, solo esperaré a que esta muerte digna… haya llegado al corazón de todos…
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Hiroto volteó hacia las bancas y notó que nadie les había prestado la más mínima atención, de alguna manera todos se interesaron en el libro del Origen de PI — Pues, algo les llegó al corazón, pero no fuiste tú— Volteó y se concentró en el asunto que destacaba en ese momento: Solo quedaban él y Yamato.
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— ¡Vamos Hiroto! ¡Aplástalo Yamato! — Gritaban los que estaban sentados en la banca, lo cual no le hacía nada bien para Hiroto, cada grito lo volvía cada vez más tenso. El estruendo de los alientos era tan fuerte que no se escuchaba el estruendo de afuera. Bluerumon abrió de golpe la puerta, realmente se había olvidado todo lo que Hiroto le había advertido. Afortunadamente para ella, todos estaban concentrados en Yamato y Hiroto, a excepción de Tomoya quien seguía concentrado en su libro con algodón en los oídos. Ella se había perdido por un momento al contemplar el gran salón en el que estaba cuando al fin encontró a Hiroto, lanzando balones a muerte. La perspectiva de Bluerumon era diferente al de los demás, lo que veía ella era a Hiroto defendiéndose contra un ogro que lanzaba armas verdaderamente peligrosas y pudo notar con exactitud cuando el ogro lanzó su ultima arma dirigiéndose directamente hacia el rostro de Hiroto. No pudo resistirse, decidió saltar con todas su fuerzas y detener el arma a como dé lugar. Fue en ese momento cuando, en cuestión de segundos, su pequeño cuerpo fue cubierto por una radiante luz, empezó a Digievolucionar.
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— Bluerumon digimon a… — Su cuerpo de balón cambió al cuerpo de una ave, dos alas azules con una franja blanca, unos guantes negros, en donde sobresalían tres garras grises, su pecho era blanco, su cola era una pluma azul con franjas negras, tenía los ojos grises, un pico pequeño y una bufanda negra cubriendo su cuello— … ¡Cismimon!
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Todos los alumnos se quedaron pasmados ante tal acontecimiento, al igual que Hiroto, Yamato y ella misma, quien aún no entendía lo que le había sucedido, lo único que tenía claro era que se encontraba en medio del área de juego, sosteniendo el balón con sus nuevos brazos.
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— Blueru… Cismimon…— murmuró Hiroto, cuando vio a Yamato mirando hacia arriba totalmente asustado — ¿Yamato?
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Éste huyó despavorido hacia la salida de emergencia, al igual que todos los demás que estaban sentados en la banca. Hiroto sintió una cálida brisa en su cuello y volteó lentamente, viendo a la bestia justo detrás de él. Tenía la forma de un león, sus patas delanteras eran las de un lagarto, tenía alas de murciélago, una cola de cocodrilo con una punta peluda y escamas mescladas con su melena. El monstruo ignoraba la presencia de Hiroto, aún teniéndole cara a cara, el chico retrocedió lentamente, tratando de no provocar alguna tragedia. El león se acercó lentamente hacia Cismimon y la sujetó con su hocico. Cismimon empezó a patalear y a gritar “¡Suéltame, suéltame!” sin ningún resultado. El león salió por el portón principal, en donde había entrado y Hiroto empezó a seguirlo desesperado, dejando a solas al tipo que estuvo recostado en el suelo, tapándose la mitad del rostro con la mano izquierda, esperando la mínima atención de alguien durante todo este tiempo, Jiro, realmente se habían olvidado de su pobre existencia.
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Hiroto estaba desesperado, pues habían raptado a su nueva mejor amiga y no quería perderla bajo ninguna circunstancia, corrió y corrió por los pasillos, viendo a los profesores evacuando junto a los estudiantes por las salidas de emergencia, todos muy asustados. Salió por la entrada principal pero no encontró ningún rastro de la bestia, era como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra. Lamentado por la desaparición de Cismimon, se sentó en el escalón y musitó entristecido mirando el suelo asfaltado: “Cismimon…”
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— ¿Eras amigo de esa cosa azul? — Le interrumpió una voz pasiva. Hiroto no volteó, solo asintió con la cabeza.
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— búscala.
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— ¿…De qué hablas? Se fue…
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— Volverá. Un buen amigo nunca abandona a los demás… si eran buenos amigos, estoy seguro que hará todo lo posible para estar junto a ti. Si te consideras un buen amigo, haz lo mismo y búscala.
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Hiroto tomó conciencia y giró su cabeza hacia su izquierda, viendo el perfil de Jiro, alegre.
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— De acuerdo Jiro, no me rendiré— Dijo Hiroto motivado, levantándose de aquel escalón.
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— ¡Te deseo toda la suerte del mundo!— Gritó Jiro, alzando su pulgar y mostrando todo su rostro, su ojo izquierdo estaba completamente morado e hinchado debido al pelotazo recibido en el juego. Hiroto saltó del susto al ver tremendo moretón.
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— ¡¡Por la madre que parió a Zuko!! ¿¡Estás Bien!?
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— Sí, solo necesito algo de agua, aún no me he visto en un espejo pero no creo que me vea tan grave, tengo que ir a evacuar, debo encontrar a mi hermano, ¡buena suerte!— Exclamó, dirigiéndose a las salidas de emergencia a mostrar su rostro al mundo.
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Hiroto dio un suspiro por lo que acababa de ver y prendió viaje hacia la carretera en busca de un rastro que le pueda ayudar a encontrar a Cismimon.
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Buscó en todo lugar, sin embargo, el monstruo había desaparecido ¿A dónde había ido? Las personas a su alrededor tampoco lo sabían. Veía cómo la policía llegaba a averiguar el caso, cómo los reposteros entrevistaban a los testigos, sucedieron muchas cosas en tan poco tiempo que parecía que todo fue una alucinación, pero Hiroto sabía que no lo era, Cismimon no era para nada una alucinación y no se daba por vencido. Después de una hora de búsqueda, no encontró nada y casi se da por vencido, no sabía dónde buscar cuando recordó:
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— El orfanato… ¡Claro! — Exclamó, llenándose de fuerza para correr hacia allí.
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Hiroto corrió y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a la gran casa y se dirigió a su habitación, ignorando toda la atención que recibía de otros niños. Entró y se encerró como de costumbre, pero Cismimon no estaba, solo encontraba los restos del huevo en que salió.
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— No está… — Musitó exhausto — Pero sé que volverá, ella volverá a estar a mi lado, y no permitiré que se la lleven de nuevo, juro que no lo permitiré…
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Hiroto se sentó en su cama, y en ese momento sintió un ligero cosquilleo en el bolsillo izquierdo de su pantalón, había algo ahí que Hiroto no había puesto y lo sacó. Se sorprendió al verlo, nunca había visto tal objeto, era ovalado con una pantalla en medio, en la parte superior había una cinta y en la parte inferior se encontraba una pequeña pluma de arrendajo. Fue en ese momento en que Hiroto sintió algo extraño, sintió un pequeño movimiento en sus pies, como un ligero temblor, miró hacia su ventana y vio a las aves revoloteando y en el cielo, en el mismo lugar en donde se encontraba, se notaba un tono ligeramente púrpura. Hiroto entendió, era lo mismo que sucedió en la mañana, lo mismo que sucedió cuando encontró a Cismimon, Había regresado, estaba seguro, así que se apresuró en ir al techo del orfanato. Tenía razón, sin embargo, no fue a Cismimon a quien encontró, fue al león, quien lo esperaba sentado. Hiroto sintió temor, pero la preocupación por Cismimon lo llenó de valor.
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— ¿¡Dónde está Cismimon!? ¿¡Qué hiciste con ella!?— Exclamó Hiroto, sin recibir respuesta alguna.
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— ¡Respóndeme por favor! Quiero saber dónde está ella... por favor — Dijo, esperando alguna respuesta del león.
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El león se levantó y se dirigió lentamente hacia Hiroto, intimidándolo — ¿Lo tienes? — Mencionó con una gruesa voz.
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— Tener… ¿a qué te refieres?
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— Sácalo, si lo tienes.
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— ¿Te refieres a… — Hiroto se quedó pensando, y sacó el misterioso objeto que tenía en su bolsillo—…Esto?
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El león acercó su nariz al objeto y lo olfateó, luego miró a Hiroto con una pequeña sonrisa.
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— Ella tenía razón, sí eres tú, tienes derecho a estar con ella…
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— ¿Derecho a estar con ella…?— Musitó nervioso por la mirada penetrante del monstruo.
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— ¿Quieres estar junto a ella, en cualquier lugar, a todo momento? Si es así, sube a mi lomo, pero piénsalo bien, lo que te digo puede cambiar tu vida e iniciar una nueva historia. Si no crees que sea buena idea, aún tienes posibilidad de regresar a tu vida normal, puedo borrar tu memoria y hacer que todo esto nunca pasó.
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— Volver a mi vida normal, ¿Hacer que todo esto nunca pasó? Yo encontré a Cismimon y la cuidé, no la quiero perder, no pienso olvidarme de ella, y si puedo cambiar mi vida, que sea al escoger esta decisión — Respondió Hiroto, colocándose el extraño objeto en su cuello, subiéndose al lomo del león y sujetándose de su melena.
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— Dragoleomon, un gusto conocerte y bienvenido a una gran aventura — Saludó el gran león, con una amable sonrisa, alzando sus alas y prendiendo vuelo, dirigiéndose hacia un portal recién abierto en el cielo. Ambos, desapareciendo del planeta humano.
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Hiroto no sabía dónde se encontraba, en un momento se encontraba en un túnel lleno de datos y código binario, luego se encontraba en una pequeña cima, en medio de un bosque otoñal, en donde había árboles de varios tamaños, desde pequeños ficus de metro y medio, hasta grandes robles de diez metros. Había un relajante sonido, proveniente de un riachuelo cercano y se podía ver aves muy extrañas revoloteando en el cielo digitalizado.
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— Fallnight Forest— Especificó Dragoleomon, viendo el rostro asombrado de Hiroto, fácil de notar por su boca abierta y sus ojos como platos relucientes — Es un sector del Digimundo.
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— Di… Digimundo? — Preguntó Hiroto pasmado por el enorme paisaje — ¿Aquí es donde se encuentra Cismimon?
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— Sí— Respondió Dragoleomon asintiendo con la cabeza— es su hogar después de todo, al igual que todos nosotros los digimon.
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— ¿Digimon? — Preguntó Hiroto.
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— Estás lleno de preguntas que necesitan una repuesta jeje, me gusta eso, pero antes de responderlo todo, creo que Cismimon ya ansía volver a verte nuevamente— Dijo Dragoleomon, dirigiéndose hacia una cueva cercana.
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Hiroto admiró la cueva, tenía varias plantas que se pegaban a las rocas y varios troncos aún vivos y frondosos, formaban una clase de escalera, todo eso junto a la montaña formaban una hermosa vista. Vio a un ser azulado moverse dentro de la cueva y no dudó en bajarse de Dragoleomon y correr hacia allí, Cismimon lo vio e igualmente corrió hacia él, ambos se juntaron nuevamente dándose un gran abrazo que sería el sello de la promesa de Hiroto.
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— ¡Hiroto! ¡¡No puedo creer que nos volvamos a encontrar!! — Dijo Cismimon con una gran sonrisa en su rostro.
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— Lo mismo digo, pero prometo que de ahora en adelante no me separaré de ti, no importa dónde estemos.
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— No sabes cuánto me alegra oír eso pero, entrando a ese tema… ¿Dónde estamos?
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—… eh… ¿Todavía no lo sabes? — Dijo Hiroto mirando a Dragoleomon.
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— Espero a que me perdonen, ella no hizo tantas preguntas como lo hiciste tú jeje… pero sería buena idea refugiarnos en esta cueva un rato y así poder contestar a todas sus dudas tranquilamente — Indicó Dragoleomon, ingresando a la cueva y recostándose en el suelo.
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Cismimon y Hiroto asintieron con la cabeza y se sentaron junto a él. Dragoleomon a primera vista puede ser intimidante, sin embargo, al conocerlo bien, su tranquila voz y su postura relajada muestra seguridad y confianza, y con esa confianza, pudieron aclarar todas sus dudas acerca de los digimon y todo lo que les rodeaba, todas excepto una.
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— ¿Cómo conociste a Cismimon?— Preguntó Hiroto, intrigado.
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— Esa es una historia larga, pero — Miró el artefacto colgando el cuello de Hiroto — Creo que necesitas saberlo.
   
Después de que entraran a la habitación de Hiroto, Cismimon ve a Hiroto empacando una maleta y le pregunta a donde va, Hiroto le responde que Cismimon no puede estar ahí ya que la gente se va a asustar, así que tiene que regresar a su mundo, pero él irá con ella. Así, Hiroto y Cismimon se van en busca de un portal el cual llegaron a encontrar y entraron en el. Y quedaron inconcientes por el golpe igual que a Haruko (cismimon sigue sin entender mucho del vuelo).
 
   
 
<p style="text-align:center;">'''[[The legend of the Biju cap. 1: una nueva amistad|Capitulo anterior]] /// [[DIGIMON The legend of the biju|Página central]] /// [[The legend of the Biju cap. 3: El encuentro|Siguiente capitulo]]'''</p>
 
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Revisión actual - 21:36 7 mar 2016

-"Esta no es una historia digimon cualquiera...

- Haruko, este es otro episodio, no sigas la misma trama...

- Es otro? pensaba que era el episodio de repetición ...

-Esta historia está escrita!! no existen las repeticiones!!

-Ahhh jejeje... En el capítulo anterior!!

Ya nos vieron a Artromon y a Mi, un extraño portal me llevó hacia el mundo digital, en donde forcé a mi peludo amigo a hacerme la promesa de protegerme, por lo menos a sobrevivir, en este extraño lugar. Coredramon queriendo matarnos, digievolucionó a Groundramon, y por poco acaba con ambos, hasta que Artromon digievolucionó a Harowolfmon! y lo derrotó!. Ahora, acabó nuestro momento de fama, al parecer los portales no sólo me querían a mi, QUE COMIENCE ESTE EPISODIO!! :D

____________________________________________________

Erase una cálida mañana en la ciudad de Minato, eran las 7:20 a.m, la típica hora en el que todas las escuelas avisaban la hora de ingreso de los estudiantes. Ya eran las 7:58 a.m y se podía notar la persecución de los estudiantes por las calles, ya es de esperarse a que llegarán tarde. Incluyéndose en este grupo se hallaba nuestro personaje, retrasado y con doce cuadras de distancia hacia su escuela, Hiroto, un estudiante de 4to año de educación secundaria, su cabello era rizado de color negro, vestía una camisa blanca, pantalones verdes, zapatillas blancas con marcas negras y verdes, y llevaba consigo una mochila negra con una franja azul en medio. Hiroto corría con todas sus fuerzas, pues el autobús en el que se encontraba se había quedado atascado en medio de un tráfico inesperado, al menos no era el único que corría por la vida del sello azul de la “Asistencia puntual”.

—¡¡PERMISO...!! — A su costado pasó una chica de cabello anaranjado, cargando con ella un morral a colores y una billetera vacía en la mano, corría como si fuera el apocalipsis —¡¡...VOY A LLEGAR TARDE...!!! ¡¡¡...DE NUEVO!!!!

Al parecer iba a llegar mucho más tarde que él, a Hiroto le dio igual, decidió continuar su camino. Ya le faltaban seis cuadras, la mitad del camino, Hiroto no estaba percatado de la hora, no tenía ni idea de que ya habían cerrado la puerta de la escuela, la esperanza de no llegar demasiado tarde lo incitaban a continuar, esperanza que se esfumó cuando de pronto inició un temblor que logró desequilibrarlo en su carrera, los temblores son comunes en Japón, lo que no era común es que éste provocara varios portales extraños por todas partes. Hiroto se percató que en uno de ellos, en un callejón cerca al lugar en donde se encontraba, había caído un pequeño objeto. La esperanza que lo incitaba a ir a la escuela fue cambiada por la curiosidad que lo incitó a averiguar qué era ese objeto; entró al callejón, era oscuro, por lo que estaba alerta ante cualquier peligro pero no lograba encontrar nada, cuando de pronto tropezó con algo. Hiroto miró hacia abajo y notó algo que le dio curiosidad: Era un huevo, y no era un huevo cualquiera, era grande como un balón de baloncesto, era de color azul con rayas negras, parecía un huevo de pascua. Hiroto se olvidó completamente de la escuela, tomó el huevo, lo puso en su mochila y se dirigió apresurado hacia donde vivía, un orfanato.

Hiroto no era como los demás chicos, no tenía padres, ellos lo abandonaron en el orfanato cuando aún era un bebé y creció junto a los demás niños del orfanato, siempre con la moral en alto. Entró a escabullidas, dirigiéndose rápidamente a su habitación, ubicado en el segundo piso, cerrando la puerta con el pestillo. Realmente tenía suerte al no tener compañero de habitación, de lo contrario, esconder aquel huevo hubiera sido un trabajo verdaderamente difícil. Puso el huevo sobre la cama y empezó a contemplarlo con el rostro casi apegado.

—“Puede ser el huevo de un avestruz o el de un kiwi gigante, realmente siento lástima por quien haya puesto este huevo tan grande… ¿pero quién pintaría un huevo de azul?”— pensaba, cuando de pronto el huevo dio una inesperada sacudida que hizo que Hiroto brincara del susto.

El huevo empezó a quebrarse poco a poco hasta que al fin se pudo contemplar a la extraña criatura que se encontraba dentro. No era un avestruz, ni un kiwi, no era un ave, ni un reptil, ¡ni siquiera era un animal! Tenía la forma de una pelota azulada, del tamaño de un melón, con una gran pluma azul con rayas negras… Babycismon. Esta criatura miraba al chico con sus ojos rasgados y, con curiosidad, se le fue acercando poco a poco; Hiroto hacía lo mismo, levantándose de la caída y mirándola fijamente a los ojos. Ambos se encontraban en un trance, un trance que se rompió cuando Babycismon empezó a lloriquear. Hiroto trató de calmarla, buscó la manera de callarla, usando su mano por unos minutos; No sabía nada de bebés, nunca le dio importancia aprender sobre aquello, a pesar de que habían varios bebés en el orfanato, hasta que se le vino a la mente, la única miserable cosa que le inquieta a cualquier ser en este planeta: El hambre. Rápidamente, fue escaleras abajo hacia la cocina a buscar algo con el que pudiera darle de comer y ¡Bingo! Encontró un biberón con leche a medio terminar. Corrió escaleras arriba, cuando una de las criadas notó su presencia.

— ¿Hiroto, eres tú?

— Ahora no señora Fujikawa— Respondió rápidamente, olvidándose del pequeño asunto de que en esos momentos debería estar en la escuela y no corriendo en el orfanato con un biberón en manos.

TLB Cap 2 escena

El joven volvió a cerrar la puerta con el pestillo y colocó el biberón en la boca de Babycismon. Ésta dejó de llorar y empezó a disfrutar de la dulzura de la leche, haciendo un gesto de satisfacción. Al terminar de beber se dirigió hacia Hiroto, acariciándole con suaves ronroneos; éste hizo lo mismo, puso su mano en la cabeza de Babycismon y empezó a acicalarla.

— “Eres muy tierna, pero… ¿Cómo hago para esconderte?” — Pensaba sonriente.

Babycismon disfrutaba el afecto que recibía de Hiroto, el afecto de cariño que provocó que sea cubierta de un manto de luz, hecho que asustó al huérfano. Babycismon estaba Digievolucionado, su cuerpo creció al tamaño de un balón de fútbol, su gran pluma fue cambiada por una cresta azul con rayas negras, y en sus costados aparecieron cuatro pequeñas plumas.

— ¡Bluerumon! Puedo esconderme debajo de esto, sería divertido — Mencionó con una gran sonrisa en su rostro — ¡Ha…hablaste!— Exclamó Hiroto boquiabierto.

— ¡Sí hablé!— Respondió exclamativamente para seguirle la corriente.

— Hiroto, ¿Pasa algo? ¿Qué son esas voces que escucho ahí dentro?— Intervino la señora Fujikawa, quien estaba en la puerta tratando de entrar.

Al oír la voz de la criada, Hiroto tomó a Bluerumon y la colocó debajo de la cama haciéndole una seña de silencio. Rápidamente abrió una pequeña parte de la puerta, de tal manera de que la señora Fujikawa solo pudiera ver la cabeza del joven nervioso.

— Holaaaa señora Fujikawa… ¿hay algún problema?— Saludó Hiroto de una manera inocente.

— No, no hay ningún problema, solo el asuntito de que todos los niños de este edificio están en la escuela menos tú, que te llevaste un biberón a tu habitación, y que pareciera que estabas gritando junto a otra persona— Respondió sarcásticamente con sus ojos entrecerrados.

— Relájese señora Fujikawa, si desea se lo explico todo— Acotó Hiroto con serenidad y paciencia — En primer lugar, Había un inmenso tráfico en toda la avenida, no tuve más remedio que correr, sin embargo, era demasiado tarde y tuve que regresar. En segundo lugar, estaba ensayando la escena de una película que me toca interpretar en el taller de teatro, para ser precavido, debía aprenderme los diálogos de los dos personajes “¡Hablaste Polly!” “¡Sí hable, soy un loro después de todo!”…

—… ¿Y el biberón?

— ¿Acaso uno no puede recordar su infancia?— Respondió Hiroto con sus brazos cruzados.

La señora Fujikawa lo miró como si estuviera mal de la cabeza, luego volvió a ponerse firme, volviendo al tema — ¿Aún hay tráfico?

Hiroto cerró la puerta, miró por la ventana de su habitación y vio que la carretera ya estaba vacía, al parecer se había vaciado debido al temblor y no se había percatado, así que volvió a abrir la puerta, y movió la cabeza, señalando que no había tráfico. La señora Fujikawa le dijo que vuelva a alistar sus cosas y vaya a estudiar, ella iba a llamar a la escuela para resolver ese asunto. Hiroto cerró la puerta e hizo lo que la criada le había indicado.

—Bluerumon, ya puedes salir— Indicó Hiroto lanzando un suspiro.

— ¡Me quito el sombrero ante tu gran actuación! Claro, si tuviera sombrero, y manos… Hiroto ¿qué es “La escuela”?— Preguntó Bluerumon, saliendo de su escondite. Hiroto la miró confundido, ni bien cambió de forma, hablaba perfectamente, se sabía qué era un sombrero y qué eran las manos, a pesar de que no tuviera, sin embargo no sabía qué era una escuela, bueno, deben haber cosas que los de su especie conocen por instinto y otras que no.

— Es un sitio en donde te enseñan cosas— Le respondió Hiroto colocándose la mochila en su espalda.

— ¿Puedo ir? — Preguntó entusiasmada, esa pregunta hizo que Hiroto dejara de inmediato lo que estaba haciendo.

— N...No creo que puedas ir — Dijo Hiroto nervioso.

— ¿Por qué no? — Preguntó Bluerumon sin quitar su sonrisa del rostro. — No creo que los demás estén acostumbrados a ver a los de tu especie, además... — Hiroto se imaginó a Bluerumon, sentada en un pupitre, en el aula, a su costado, sin parar de hablar con una gran sonrisa, con todos sus compañeros arrinconados en las esquinas del salón.

—...No creo que te guste... jejeje... — Respondió Hiroto con una gota de sudor en la frente — Sería mejor que te quedes aquí debajo de la cama sin que ningún humano te vea, nos meteríamos en grandes problemas si alguien se da cuenta de tu existencia.

Bluerumon lo vio disgustada, la escuela le daba una avalancha de curiosidad y no iba a darse por vencido tan fácil. Hiroto salió de la habitación, cerrando la puerta de su habitación para que Bluerumon no pudiera salir, sin embargo, no se percató de la ventana abierta, la cual, Bluerumon ya le había echado el ojo. La traviesa digimon salió por la ventana, caminando equilibradamente por una columna decorativa de aquel edificio, dio un gran salto hacia un roble cercano y siguió a Hiroto hacia la escuela. Hiroto se encontraba en el paradero esperando el bus, sin darse cuenta de que Bluerumon lo había estado siguiendo. Llegó el bus y Hiroto lo abordó, cuando de repente escucha una voz femenina— Hey niño, te olvidas de tu peluche.

Hiroto volteó y vio una señora mirándolo amablemente señalando a tal insignificante peluche quien no era nada más y nada menos que Bluerumon, mirándolo con una sonrisa de satisfacción. El pobre de Hiroto no tuvo más remedio que recogerla y fingir que era su peluche, sonrojado de vergüenza al ver que todos los pasajeros lo veían, murmurando sobre un chico de mediana edad cargando un peluche para niñas.

— Hiroto, ¿Qué tan lejos queja la escuela?...

—...Silencio... no hables tan fuerte, todos piensan que eres un peluche, tampoco te muevas — Susurró Hiroto.

— Solo espero que el trabajo que me costó para seguirte hasta aquí haya valido la pena — Susurró Bluerumon.

— ¿Valer la pena? no era tu obligación seguirme hasta acá, ¿sabes que era mejor quedarte en mi habitación jugando con los juguetes que los otros chicos dejaron allí? — Exclamó Hiroto en voz baja.

— ¿¡¡QUÉ!!?...

—…¡¡QUÉ NO PUEDO CREERLO!! ¡¡YA ES DEMASIADO TARDE!!— Gritó Hiroto tapando la boca de Bluerumon. Este grito llamó la atención de todos, incluyendo al chofer. Hiroto se disculpó con el rostro rojo como tomate por la vergüenza que Bluerumon le hizo pasar.

— No mencionaste eso, me hubiera quedado ahí si lo hubieras mencionado— Susurró Bluerumon cerrando los ojos para tomar una pequeña siesta, Hiroto prefirió no seguir con la charla, no quería pasar por más líos, así que lanzó un suspiró y miró por la ventana de bus, esperando que no sucediera nada malo en la escuela con Bluerumon cerca.

En el mismo lugar en donde había aparecido el huevo de Bluerumon volvió a aparecer un portal, este más grande que los demás, en donde salió un gran monstruo, la oscuridad de aquel callejón no permitía ver su cuerpo con claridad, sin embargo, tenía unos grandes ojos azulados de reptil que resplandecían en medio de esa oscuridad. Aquella bestia saltó del callejón y aterrizó en la avenida, empezando a correr, causando el pánico a los ciudadanos que rondaban cerca de él, tanto peatones como choferes. La intención del monstruo se notaba en la mirada: buscaba algo… o a alguien.

Hiroto llegó a la escuela, afortunadamente, la señora Fujikawa los había convencido a que le dejaran entrar a tal hora. Se dirigió a su casillero, lo abrió, puso unos cuantos cuadernos y a Bluerumon aún dormida y le escribió una nota esperando a que Bluerumon sepa leer:”Bluerumon, no te preocupes, estás dentro de mi casillero, por favor no hagas ruido, vendré más tarde. Hiroto”.

Hiroto ingresó al salón de clases, en ese momento daban la clase de Geografía, sus compañeros lo miraron atentamente, algunos lo veían como un héroe, no todos tienen el valor de entrar al aula a la hora que se le da la gana, otros lo veían como un tonto que no había aprovechado la gran oportunidad de faltar a las aburridas clases, y otros que estaban tan concentrados en sus asuntos – hablando estupideces sin sentido– que no se habían percatado de su presencia. Hiroto se sentó al fondo de la clase, al lado de la ventana con vista al jardín del área de receso, cuando empezó a sentir que alguien le estaba sacudiendo el brazo derecho.

— Hiroto… Oeh… ¡Hiroto! ¿Por qué llegaste a esta hora? me recuerdas a mi hermana ¿Estás bien? ¡Oeh!— Le preguntó el chico a su costado quien le estaba sacudiendo el brazo: Jiro Oshima, uno de los payaso de la clase, capaz de hacer botar leche por la nariz con una sola palabra, un chico de cabello liso color café, ojos grises y de piel pálida. Vestía de una camisa negra y pantalones jeans.

— No pasa nada, regresé a casa porque ya era tarde, tráfico, y me regresaron aquí jejeje…— Le explicó Hiroto, viendo a Jiro haciéndole una mueca sin sentido.

— Si yo fuera tú, no hubiera venido— Suspiró Jiro.

— ¿Por qué?— Le preguntó Hiroto dudoso.

Jiro se abalanzó rápidamente hacia el asiento de Hiroto, miró a su alrededor con sus ojos entrecerrados y le susurró al oído: “Quemados...”

Hiroto abrió sus ojos como platos cuando escuchó esa simple palabra, el ambiente se volvió fúnebre con una música de fondo de Mozart y el eco de aquella palabra. Miró lentamente hacia aquél pupitre cercano a la salida, ocupada por un chico que tenía un gesto malévolo y oscuro.

—“Y… Ya…Yamato Shimanouchi…” —añadió Hiroto con escalofríos — “Bravucón de edad desconocida pero sin duda repitió más de dos años, practicante de deporte, agrediendo a todos sobre todo a Tomoya el otaku de las matemáticas…”

Hiroto seguía susurrando hasta que la profesora tomó su teléfono, pulsando un botón que le dio fin a la música de Mozart y el escenario fúnebre, quedaba solamente el eco de “Quemados” el cual no era un eco, era Jiro susurrando la misma palabra en el oído de Hiroto una y otra vez.

— Quemados…, quema… se acabó el suspenso— Concluyó Jiro, regresando a su sitio a jugar tres en raya con otro chico que se sentaba a su lado.

Mientras Hiroto buscaba la manera de sobrevivir en los Quemados y Jiro buscaba la manera de mandar una denuncia al estado en contra del profesor de Ed. Física, había un problema dentro del casillero de Hiroto. Había olvidado que, al estar cerrado el casillero, no se podía ver nada, ni la nota que le dejó a Bluerumon, por tanto, Bluerumon estaba causando un escándalo para poder salir.

— ¡Déjenme salir! ¡Déjenme salir!... —Gritaba Bluerumon hasta que un conserje que limpiaba cerca de ahí la escuchó.

— ¿Eres tú de nuevo Tomoya? — Suspiró el conserje sacando una palanca tratando de abrir el casillero — Ya te lo dije, para que Yamato ya no te siga metiendo en los casilleros tienes que crecer más… — Abrió el casillero y a quien encontró no era Tomoya, era una cosa azul con morro de gato, ambos se quedaron mirando por un rato hasta que el conserje entró en pánico y se fue corriendo, dejando abierta la puerta del casillero. Bluerumon supuso que estaba dentro de la “Escuela” que decía Hiroto, por tanto, decidió turistear mientras buscaba a Hiroto, saltando despreocupante y alegre; al menos era un buen momento, como era horario de estudio no había mucha gente rondando por los pasillos.

La bestia corría por las autopistas, calle por calle, avenida por avenida, causaba el tráfico repleto de choferes boquiabiertos y aterrados, todos se alejaban ante aquel monstruo, pues su apariencia indicaba que era una gran amenaza. En un momento dado, el monstruo se detuvo y empezó a olfatear algo familiar en un paradero de autobús.

— La encontré— Mencionó con una voz grave y seria, acto seguido, echó a correr rumbo a la escuela en donde se encontraban Hiroto y Bluerumon. Justo en el momento en que llegó la hora de Educación Física, o “La hora de romperle la cara a todo el mundo” para Yamato.

Todos se vistieron con la ropa deportiva de la escuela y dividieron en dos grupos: Yamato con los más rudos del salón, y Hiroto con Jiro y, las sobras (Tomoya decidió quedarse en la banca a leer sobre el origen de PI). Era una guerra a muerte al estilo espartano, la diferencia era que el ejército de 300 era destrozado por el ejército de 3000, varios caían debido a los pelotazos de Yamato y a la sorprendente y rara destreza de Jiro, el cual tenía la ley de “usa a los demás como escudos para sobrevivir”, hasta que solamente quedaron cinco en la cancha, Hiroto y Jiro contra Yamato y otros dos chicos.

—Vas a caer huerfanito, tu también payaso sin maquillaje — Alardeó Yamato, señalándolos a ellos y a las bancas — ¡Tu también Tomoya! ¡Recuerda que tenemos una cita con tu casillero!

— Ustedes solo tienen ventaja porque tu mamá no te quiere poner en una escuela no escolarizada— Vociferó Hiroto en tono de broma.

— Exacto ¡¡YA-MA-TO-SAN!! — Gritó Jiro burlándose junto con Hiroto hasta que un balón retumbó cerca de ellos, ambos miraron a Yamato, con una cara aterradora y un fondo de inframundo detrás de él.

—¡¡¡NADIE SE BURLA DE MI MAMI!!!— Gritó Yamato lanzando varios balones como un tornado hacia el lugar en donde se hallaban Hiroto y Jiro.

Bluerumon seguía en su búsqueda por toda la escuela, esta vez, sabiendo cómo se sentía un famoso caminando en la alfombra roja, pues caminaba naturalmente por los pasillos, alrededor de todos los estudiantes que inevitablemente notaron su presencia y se apartaron de ella, tanto asustados como curiosos, tomando fotos y grabando a aquella cosa azul que daba brincos alegres sin cesar. Bluerumon buscó por todos los salones, el de arte, el de química, el de tecnología, el comedor y por la entrada de la escuela en donde se encontraba el conserje, sentado en un escalón, meditando y tratando de convencerse a si mismo sobre lo que había sucedido hace unos momentos.

— Sí, estoy seguro que lo saqué de la mente, he sacado a Tomoya tantas veces que ya estoy pensando sacar otras cosas, los monstruos no existen— Aclaró el conserje poniéndose de pie, sin percatarse que el suelo estaba temblando— Lo que vi solo era una absurda demostración que me quedé hasta tarde ayer y mi cerebro necesita descansar, solo necesito… descansar… ¿Eh? — El conserje se quedó perplejo al ver a una gran bestia corriendo por la calle, girando bruscamente hacia la escuela, dirigiéndose directamente hacia él, el conserje dio media vuelta y empezó a correr como lo haría Steve ante una jauría de lobos, seguido por el monstruo, en realidad la bestia solo seguía a su olfato y lo único que hacía el humano era estorbarle el paso. Bluerumon escuchó el estruendo y por primera vez en su corta vida sintió el miedo. Se dirigió rápidamente al último lugar al que le faltaba buscar, el gimnasio.

Jiro intentó usar a Hiroto como escudo – en la guerra no hay alianza – al igual que como lo hizo con los demás, un intento fallido, Yamato lo tenía en la mira y Jiro se movía rápidamente por toda el área cuando finalmente dio un gran y épico salto detrás de Hiroto. Yamato lanzó el balón con mucha fuerza, cayendo exactamente en el rostro de Jiro, lanzándolo bruscamente contra el suelo.

— Si… sigue sin mí, compañero…

—… ¿Compañero? ¡Estabas tratando de usarme de escudo!

— ¡Cof! ¡Cof! No sigas atascado en el pasado y sigue hacia adelante, solo esperaré a que esta muerte digna… haya llegado al corazón de todos…

Hiroto volteó hacia las bancas y notó que nadie les había prestado la más mínima atención, de alguna manera todos se interesaron en el libro del Origen de PI — Pues, algo les llegó al corazón, pero no fuiste tú— Volteó y se concentró en el asunto que destacaba en ese momento: Solo quedaban él y Yamato.

— ¡Vamos Hiroto! ¡Aplástalo Yamato! — Gritaban los que estaban sentados en la banca, lo cual no le hacía nada bien para Hiroto, cada grito lo volvía cada vez más tenso. El estruendo de los alientos era tan fuerte que no se escuchaba el estruendo de afuera. Bluerumon abrió de golpe la puerta, realmente se había olvidado todo lo que Hiroto le había advertido. Afortunadamente para ella, todos estaban concentrados en Yamato y Hiroto, a excepción de Tomoya quien seguía concentrado en su libro con algodón en los oídos. Ella se había perdido por un momento al contemplar el gran salón en el que estaba cuando al fin encontró a Hiroto, lanzando balones a muerte. La perspectiva de Bluerumon era diferente al de los demás, lo que veía ella era a Hiroto defendiéndose contra un ogro que lanzaba armas verdaderamente peligrosas y pudo notar con exactitud cuando el ogro lanzó su ultima arma dirigiéndose directamente hacia el rostro de Hiroto. No pudo resistirse, decidió saltar con todas su fuerzas y detener el arma a como dé lugar. Fue en ese momento cuando, en cuestión de segundos, su pequeño cuerpo fue cubierto por una radiante luz, empezó a Digievolucionar.

— Bluerumon digimon a… — Su cuerpo de balón cambió al cuerpo de una ave, dos alas azules con una franja blanca, unos guantes negros, en donde sobresalían tres garras grises, su pecho era blanco, su cola era una pluma azul con franjas negras, tenía los ojos grises, un pico pequeño y una bufanda negra cubriendo su cuello— … ¡Cismimon!

Todos los alumnos se quedaron pasmados ante tal acontecimiento, al igual que Hiroto, Yamato y ella misma, quien aún no entendía lo que le había sucedido, lo único que tenía claro era que se encontraba en medio del área de juego, sosteniendo el balón con sus nuevos brazos.

— Blueru… Cismimon…— murmuró Hiroto, cuando vio a Yamato mirando hacia arriba totalmente asustado — ¿Yamato?

Éste huyó despavorido hacia la salida de emergencia, al igual que todos los demás que estaban sentados en la banca. Hiroto sintió una cálida brisa en su cuello y volteó lentamente, viendo a la bestia justo detrás de él. Tenía la forma de un león, sus patas delanteras eran las de un lagarto, tenía alas de murciélago, una cola de cocodrilo con una punta peluda y escamas mescladas con su melena. El monstruo ignoraba la presencia de Hiroto, aún teniéndole cara a cara, el chico retrocedió lentamente, tratando de no provocar alguna tragedia. El león se acercó lentamente hacia Cismimon y la sujetó con su hocico. Cismimon empezó a patalear y a gritar “¡Suéltame, suéltame!” sin ningún resultado. El león salió por el portón principal, en donde había entrado y Hiroto empezó a seguirlo desesperado, dejando a solas al tipo que estuvo recostado en el suelo, tapándose la mitad del rostro con la mano izquierda, esperando la mínima atención de alguien durante todo este tiempo, Jiro, realmente se habían olvidado de su pobre existencia.

Hiroto estaba desesperado, pues habían raptado a su nueva mejor amiga y no quería perderla bajo ninguna circunstancia, corrió y corrió por los pasillos, viendo a los profesores evacuando junto a los estudiantes por las salidas de emergencia, todos muy asustados. Salió por la entrada principal pero no encontró ningún rastro de la bestia, era como si se hubiera esfumado de la faz de la tierra. Lamentado por la desaparición de Cismimon, se sentó en el escalón y musitó entristecido mirando el suelo asfaltado: “Cismimon…”

— ¿Eras amigo de esa cosa azul? — Le interrumpió una voz pasiva. Hiroto no volteó, solo asintió con la cabeza.

— búscala.

— ¿…De qué hablas? Se fue…

— Volverá. Un buen amigo nunca abandona a los demás… si eran buenos amigos, estoy seguro que hará todo lo posible para estar junto a ti. Si te consideras un buen amigo, haz lo mismo y búscala.

Hiroto tomó conciencia y giró su cabeza hacia su izquierda, viendo el perfil de Jiro, alegre.

— De acuerdo Jiro, no me rendiré— Dijo Hiroto motivado, levantándose de aquel escalón.

— ¡Te deseo toda la suerte del mundo!— Gritó Jiro, alzando su pulgar y mostrando todo su rostro, su ojo izquierdo estaba completamente morado e hinchado debido al pelotazo recibido en el juego. Hiroto saltó del susto al ver tremendo moretón.

— ¡¡Por la madre que parió a Zuko!! ¿¡Estás Bien!?

— Sí, solo necesito algo de agua, aún no me he visto en un espejo pero no creo que me vea tan grave, tengo que ir a evacuar, debo encontrar a mi hermano, ¡buena suerte!— Exclamó, dirigiéndose a las salidas de emergencia a mostrar su rostro al mundo.

Hiroto dio un suspiro por lo que acababa de ver y prendió viaje hacia la carretera en busca de un rastro que le pueda ayudar a encontrar a Cismimon.

Buscó en todo lugar, sin embargo, el monstruo había desaparecido ¿A dónde había ido? Las personas a su alrededor tampoco lo sabían. Veía cómo la policía llegaba a averiguar el caso, cómo los reposteros entrevistaban a los testigos, sucedieron muchas cosas en tan poco tiempo que parecía que todo fue una alucinación, pero Hiroto sabía que no lo era, Cismimon no era para nada una alucinación y no se daba por vencido. Después de una hora de búsqueda, no encontró nada y casi se da por vencido, no sabía dónde buscar cuando recordó:

— El orfanato… ¡Claro! — Exclamó, llenándose de fuerza para correr hacia allí.

Hiroto corrió y corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a la gran casa y se dirigió a su habitación, ignorando toda la atención que recibía de otros niños. Entró y se encerró como de costumbre, pero Cismimon no estaba, solo encontraba los restos del huevo en que salió.

— No está… — Musitó exhausto — Pero sé que volverá, ella volverá a estar a mi lado, y no permitiré que se la lleven de nuevo, juro que no lo permitiré…

Hiroto se sentó en su cama, y en ese momento sintió un ligero cosquilleo en el bolsillo izquierdo de su pantalón, había algo ahí que Hiroto no había puesto y lo sacó. Se sorprendió al verlo, nunca había visto tal objeto, era ovalado con una pantalla en medio, en la parte superior había una cinta y en la parte inferior se encontraba una pequeña pluma de arrendajo. Fue en ese momento en que Hiroto sintió algo extraño, sintió un pequeño movimiento en sus pies, como un ligero temblor, miró hacia su ventana y vio a las aves revoloteando y en el cielo, en el mismo lugar en donde se encontraba, se notaba un tono ligeramente púrpura. Hiroto entendió, era lo mismo que sucedió en la mañana, lo mismo que sucedió cuando encontró a Cismimon, Había regresado, estaba seguro, así que se apresuró en ir al techo del orfanato. Tenía razón, sin embargo, no fue a Cismimon a quien encontró, fue al león, quien lo esperaba sentado. Hiroto sintió temor, pero la preocupación por Cismimon lo llenó de valor.

— ¿¡Dónde está Cismimon!? ¿¡Qué hiciste con ella!?— Exclamó Hiroto, sin recibir respuesta alguna.

— ¡Respóndeme por favor! Quiero saber dónde está ella... por favor — Dijo, esperando alguna respuesta del león. El león se levantó y se dirigió lentamente hacia Hiroto, intimidándolo — ¿Lo tienes? — Mencionó con una gruesa voz.

— Tener… ¿a qué te refieres?

— Sácalo, si lo tienes.

— ¿Te refieres a… — Hiroto se quedó pensando, y sacó el misterioso objeto que tenía en su bolsillo—…Esto?

El león acercó su nariz al objeto y lo olfateó, luego miró a Hiroto con una pequeña sonrisa.

— Ella tenía razón, sí eres tú, tienes derecho a estar con ella…

— ¿Derecho a estar con ella…?— Musitó nervioso por la mirada penetrante del monstruo.

— ¿Quieres estar junto a ella, en cualquier lugar, a todo momento? Si es así, sube a mi lomo, pero piénsalo bien, lo que te digo puede cambiar tu vida e iniciar una nueva historia. Si no crees que sea buena idea, aún tienes posibilidad de regresar a tu vida normal, puedo borrar tu memoria y hacer que todo esto nunca pasó.

— Volver a mi vida normal, ¿Hacer que todo esto nunca pasó? Yo encontré a Cismimon y la cuidé, no la quiero perder, no pienso olvidarme de ella, y si puedo cambiar mi vida, que sea al escoger esta decisión — Respondió Hiroto, colocándose el extraño objeto en su cuello, subiéndose al lomo del león y sujetándose de su melena.

— Dragoleomon, un gusto conocerte y bienvenido a una gran aventura — Saludó el gran león, con una amable sonrisa, alzando sus alas y prendiendo vuelo, dirigiéndose hacia un portal recién abierto en el cielo. Ambos, desapareciendo del planeta humano.

Hiroto no sabía dónde se encontraba, en un momento se encontraba en un túnel lleno de datos y código binario, luego se encontraba en una pequeña cima, en medio de un bosque otoñal, en donde había árboles de varios tamaños, desde pequeños ficus de metro y medio, hasta grandes robles de diez metros. Había un relajante sonido, proveniente de un riachuelo cercano y se podía ver aves muy extrañas revoloteando en el cielo digitalizado.

— Fallnight Forest— Especificó Dragoleomon, viendo el rostro asombrado de Hiroto, fácil de notar por su boca abierta y sus ojos como platos relucientes — Es un sector del Digimundo.

— Di… Digimundo? — Preguntó Hiroto pasmado por el enorme paisaje — ¿Aquí es donde se encuentra Cismimon?

— Sí— Respondió Dragoleomon asintiendo con la cabeza— es su hogar después de todo, al igual que todos nosotros los digimon.

— ¿Digimon? — Preguntó Hiroto.

— Estás lleno de preguntas que necesitan una repuesta jeje, me gusta eso, pero antes de responderlo todo, creo que Cismimon ya ansía volver a verte nuevamente— Dijo Dragoleomon, dirigiéndose hacia una cueva cercana.

Hiroto admiró la cueva, tenía varias plantas que se pegaban a las rocas y varios troncos aún vivos y frondosos, formaban una clase de escalera, todo eso junto a la montaña formaban una hermosa vista. Vio a un ser azulado moverse dentro de la cueva y no dudó en bajarse de Dragoleomon y correr hacia allí, Cismimon lo vio e igualmente corrió hacia él, ambos se juntaron nuevamente dándose un gran abrazo que sería el sello de la promesa de Hiroto.

— ¡Hiroto! ¡¡No puedo creer que nos volvamos a encontrar!! — Dijo Cismimon con una gran sonrisa en su rostro.

— Lo mismo digo, pero prometo que de ahora en adelante no me separaré de ti, no importa dónde estemos.

— No sabes cuánto me alegra oír eso pero, entrando a ese tema… ¿Dónde estamos?

—… eh… ¿Todavía no lo sabes? — Dijo Hiroto mirando a Dragoleomon.

— Espero a que me perdonen, ella no hizo tantas preguntas como lo hiciste tú jeje… pero sería buena idea refugiarnos en esta cueva un rato y así poder contestar a todas sus dudas tranquilamente — Indicó Dragoleomon, ingresando a la cueva y recostándose en el suelo.

Cismimon y Hiroto asintieron con la cabeza y se sentaron junto a él. Dragoleomon a primera vista puede ser intimidante, sin embargo, al conocerlo bien, su tranquila voz y su postura relajada muestra seguridad y confianza, y con esa confianza, pudieron aclarar todas sus dudas acerca de los digimon y todo lo que les rodeaba, todas excepto una.

— ¿Cómo conociste a Cismimon?— Preguntó Hiroto, intrigado.

— Esa es una historia larga, pero — Miró el artefacto colgando el cuello de Hiroto — Creo que necesitas saberlo.


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